Nº
6: El
color de los días
Autor:
Joaquín Marín Almenara
Género:
Poesía
Edita:
Ediciones “Puerta de la Villa”. Fernán Núñez (Córdoba), 2010. 120 págs.
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Prólogo: María Rosal
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Con dibujos e ilustraciones de: Juan María Vargas
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Diseño editorial: J. Naranjo Ramírez y Juan V. Zafra
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Imprime: Industrias SERILUZ, S.L. Aguilar de la
Frontera (Córdoba)
Reseña del Libro y Semblanza Biográfica:
Joaquín Marín,
maestro jubilado hoy, nació el 23 de Mayo de 1949, creciendo a la sombre de
Santa Marina.
Su labor
profesional la desarrolló en Montilla, Puente Genil y Teba (Málaga), hasta
arribar definitivamente en el C.P. Álvaro Cecilia de Fernán Núñez, donde fue
Director, Secretario y Jefe de Estudios; en este centro se jubiló en Junio de
2009 después de 29 años de docencia en dicho centro.
Y, además de
esta labor educativa, Joaquín Marín escribe poesía ¿Por qué?
Recuerda cómo
desde siempre, desde la época de estudiante, gustaba de leer a los que él
denomina “clásicos andaluces”: Juan Ramón, Federico, García Lorca, Albertí ,
como no, a los Machado (Antonio y Manuel). Y entre los “no andaluces”, le
deslumbraban Celaya, Blas de Otero, Dámaso Alonso, Miguel Hernández…
Pero puestos a
reconocer influencias, un recuerdo imborrable lo ocupa Bartolomé Almenara, tío
carnal de nuestro autor, comerciante que, en los estrechos espacios que quedaban
entre las estanterías y el mostrador, leía y recitaba de manera vehemente y
expresiva sus propios poemas y aquellos otros que, de otros autores, le habían
prendido en el alma. Empedernido lector y sin duda un excelente poeta, su
influencia fue fundamental, actuando en todo momento como acicate hacia la
lectura poética y como eficaz impulsor a la práctica de escribirla.
Así la
iniciación de nuestro autor se plasma en poemas sobre el campo, el tiempo, el
amor, etc… El paso de los días sirve además de acumulador de vivencias que, almacenadas
en principio en la memoria, el tiempo las transforma y convierte en poemas. Así
se van convirtiendo en poesía las familias, la naturaleza, el amor, el desamor,
la vida, la muerte, el pueblo (mi pueblo), los amigos, el paso del tiempo, etc…
Y los poemas
se acumulan… Tanto como para hacerle pensar en escribir un libro; pero este
proyecto hay que inscribirlo en un contexto cultural más amplio: pertenencia
durante doce años a la Coral del Grupo “Calíope”; miembro del Consejo de
Redacción de la Revista de Feria de nuestro pueblo, colaborador en distintas
publicaciones como “Caños Dorados”, “Suspiros de Artemisa”, “De Torres
Ediciones” y, por supuesto, en la anual Revista de Feria; todo ello a la vez
que en el ámbito provincial obtiene la condición de finalista en el Premio
“Mario López” de Bujalance.
Profundamente
enraizado en la cultura y tradiciones del pueblo en que nació, ejerció de
Pregonero de la Semana Santa de Fernán Núñez, así como de exaltador de la Saeta
en la Peña Flamenca “El Mirabrás”;y, como síntesis globalizadora de todo lo
anterior, fue igualmente “Pregonero de la Feria Real de Fernán Núñez”.
Resultado de
toda esta actividad fue su “ópera prima”, momento crucial por cuanto suponía
poner en negro sobre blanco el resultado de tantas experiencias y tantas emociones
que, en el tiempo y en el espacio, se habían ido desperdigando. Nos referimos
la publicación del libro “El color de los días”, que integrado en la Editorial
“Puerta de la Villa”, fue prologado por la poeta María Rosal y presentado por
D. José Naranjo Ramírez, actual Cronista Oficial de la Villa de Fernán Núñez.
El libro
consta de dieciséis capítulos con diferente núcleos temáticos: la nostalgia, el
amor, el recuerdo, la pasión, la nobleza, el cante, los toros, el vino, la
belleza, el dolor, la fe, la muerte y… otros.
Posteriormente,
en el verano de 2015, publicó la obra “Tiempo de Inocencia”, editado por el
Ayuntamiento de Fernán Núñez con magistral prólogo de Alejandro López Andrada.
Escrito en prosa, hace referencia a los recuerdos de infancia, adolescencia y
juventud, a través de las experiencias vividas en una finca de labor (San José)
situada entre Fernán Núñez y Montemayor. Una finca pequeña, familiar y con una
producción de autoabastecimiento, en la que el autor pasó bastantes años de su
infancia y adolescencia; vivencias inolvidables miradas desde la nostalgia y el
recuerdo de aquel “paraíso perdido”.
Capítulos
dedicados a “tío Juan”, “tía Elena, la abuela, al pueblo de Montemayor, el
pozo, el cañaveral, los cipreses, etc… que, en conjunto, conducen a aquel
mágico mundo de la niñez.
Recientemente
ha participado con un poema en una publicación colectiva (“Fernán Núñez, villa
ilustrada”), editado por Cuadernos de Roldán, de Sevilla.
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