miércoles, 4 de enero de 2017

Nº 6: EL COLOR DE LOS DÍAS


Nº 6: El color de los días

 

Autor: Joaquín Marín Almenara

 

Género: Poesía

 

Edita: Ediciones “Puerta de la Villa”. Fernán Núñez (Córdoba), 2010. 120 págs.

-          Prólogo: María Rosal

-          Con dibujos e ilustraciones de: Juan María Vargas

-          Diseño editorial: J. Naranjo Ramírez y Juan V. Zafra

-          Imprime: Industrias SERILUZ, S.L. Aguilar de la Frontera (Córdoba)

 

Reseña del Libro y Semblanza Biográfica:

 

Joaquín Marín, maestro jubilado hoy, nació el 23 de Mayo de 1949, creciendo a la sombre de Santa Marina.

Su labor profesional la desarrolló en Montilla, Puente Genil y Teba (Málaga), hasta arribar definitivamente en el C.P. Álvaro Cecilia de Fernán Núñez, donde fue Director, Secretario y Jefe de Estudios; en este centro se jubiló en Junio de 2009 después de 29 años de docencia en dicho centro.

Y, además de esta labor educativa, Joaquín Marín escribe poesía ¿Por qué?

Recuerda cómo desde siempre, desde la época de estudiante, gustaba de leer a los que él denomina “clásicos andaluces”: Juan Ramón, Federico, García Lorca, Albertí , como no, a los Machado (Antonio y Manuel). Y entre los “no andaluces”, le deslumbraban Celaya, Blas de Otero, Dámaso Alonso, Miguel Hernández…

Pero puestos a reconocer influencias, un recuerdo imborrable lo ocupa Bartolomé Almenara, tío carnal de nuestro autor, comerciante que, en los estrechos espacios que quedaban entre las estanterías y el mostrador, leía y recitaba de manera vehemente y expresiva sus propios poemas y aquellos otros que, de otros autores, le habían prendido en el alma. Empedernido lector y sin duda un excelente poeta, su influencia fue fundamental, actuando en todo momento como acicate hacia la lectura poética y como eficaz impulsor a la práctica de escribirla.

Así la iniciación de nuestro autor se plasma en poemas sobre el campo, el tiempo, el amor, etc… El paso de los días sirve además de acumulador de vivencias que, almacenadas en principio en la memoria, el tiempo las transforma y convierte en poemas. Así se van convirtiendo en poesía las familias, la naturaleza, el amor, el desamor, la vida, la muerte, el pueblo (mi pueblo), los amigos, el paso del tiempo, etc…

Y los poemas se acumulan… Tanto como para hacerle pensar en escribir un libro; pero este proyecto hay que inscribirlo en un contexto cultural más amplio: pertenencia durante doce años a la Coral del Grupo “Calíope”; miembro del Consejo de Redacción de la Revista de Feria de nuestro pueblo, colaborador en distintas publicaciones como “Caños Dorados”, “Suspiros de Artemisa”, “De Torres Ediciones” y, por supuesto, en la anual Revista de Feria; todo ello a la vez que en el ámbito provincial obtiene la condición de finalista en el Premio “Mario López” de Bujalance.

Profundamente enraizado en la cultura y tradiciones del pueblo en que nació, ejerció de Pregonero de la Semana Santa de Fernán Núñez, así como de exaltador de la Saeta en la Peña Flamenca “El Mirabrás”;y, como síntesis globalizadora de todo lo anterior, fue igualmente “Pregonero de la Feria Real de Fernán Núñez”.

Resultado de toda esta actividad fue su “ópera prima”, momento crucial por cuanto suponía poner en negro sobre blanco el resultado de tantas experiencias y tantas emociones que, en el tiempo y en el espacio, se habían ido desperdigando. Nos referimos la publicación del libro “El color de los días”, que integrado en la Editorial “Puerta de la Villa”, fue prologado por la poeta María Rosal y presentado por D. José Naranjo Ramírez, actual Cronista Oficial de la Villa de Fernán Núñez.

El libro consta de dieciséis capítulos con diferente núcleos temáticos: la nostalgia, el amor, el recuerdo, la pasión, la nobleza, el cante, los toros, el vino, la belleza, el dolor, la fe, la muerte y… otros.

Posteriormente, en el verano de 2015, publicó la obra “Tiempo de Inocencia”, editado por el Ayuntamiento de Fernán Núñez con magistral prólogo de Alejandro López Andrada. Escrito en prosa, hace referencia a los recuerdos de infancia, adolescencia y juventud, a través de las experiencias vividas en una finca de labor (San José) situada entre Fernán Núñez y Montemayor. Una finca pequeña, familiar y con una producción de autoabastecimiento, en la que el autor pasó bastantes años de su infancia y adolescencia; vivencias inolvidables miradas desde la nostalgia y el recuerdo de aquel “paraíso perdido”.

Capítulos dedicados a “tío Juan”, “tía Elena, la abuela, al pueblo de Montemayor, el pozo, el cañaveral, los cipreses, etc… que, en conjunto, conducen a aquel mágico mundo de la niñez.

Recientemente ha participado con un poema en una publicación colectiva (“Fernán Núñez, villa ilustrada”), editado por Cuadernos de Roldán, de Sevilla.

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